igual. Mimadas, porque como nadie las entendía... En cuanto las dejamos hablar, nos saltaron como dos muelles a los ojos, y a poco nos dejan tuertas, las indinas. Enterradoras, insolidarias. CARMIÑA.- (La aparta.) Estaba hablando yo. Yo, que soy la más pobre. ¡Yo!, que vivo allí arriba, en la guardilla llena de humedades, sin una escalera para subir siquiera, que tengo que llevarla a cuestas cuando