como ya habrán supuesto, es un intermediario digno de toda confianza que, por sus circunstancias personales, no tenga contacto alguno con medios de difusión, círculos políticos, corrillos bursátiles, cónclaves eclesiásticos ni salas de banderas. Por eso he acudido a Barcelona, ciudad tan europea, sí señor, y tan ¿cómo diría yo?... tan cosmopolitamente provinciana, donde el siempre eficaz Flores me ha sugerido tu nombre, hijo dilecto. Esta última parte, aunque me haya abstenido de