--me contradijo la Emilia--. Siéntate en el bordillo y espera a que traiga el coche. Te voy a llevar a casa. --No, no. Estoy bien y todavía nos queda una última cosa que hacer. Acompañame. --¿Adónde? --A la agencia. Y no te preocupes: lo peor ya ha pasado. Sin manifestar el menor agrado, pero sin cuestionar lo atinado de mi propuesta me siguió la Emilia y regresamos a la calle