, no le llamé. Algo se había quebrado definitivamente. El tampoco intentó verme. Tú lo sabes, Teo, y yo sé que tú lo sabes, pero no decimos nada. Es más civilizado. Sólo que, al regresar de Londres, empezamos a dormir en camas separadas. (Cambia la iluminación. Flashback. Entra Teo. Se sirve una copa. Le da la espalda a Ana.) ANA.- Se acaba de ir. TEO.- Ya