» la propina añadida de la continuidad que el otro aguardaba. Pero llegó el día en que el descenso continuado de la clientela --reducida ya a otros dos o tres comensales solitarios en su hora de almuerzo-- obligó al camarero a asumir él sólo el servicio de todo el local porque sus dos compañeros se despidieron. Aquel día pudo entrever en su rostro una desesperación terrible que sólo un resto de coraje y una dignidad suprema convirtieron en rígida tristeza; y pensó en esa clase