ella sí podía sentir --desde un mundo inhumano, fantasmagórico y desmemoriado-- era el juramento de que siempre le sería fiel. Betina, al recibir la carta, la historia que tanto deseó conocer, comprendería por qué Jano no había acudido a la cita. ¿Lo comprendería? Pero ¿qué tipo de amor era el que ahora sentía, el que resumía los otros dos, el de Francesca y el de Betina? Sólo sabía que desde que había echado al correo la