celadores, se trata de una nueva y ociosa tergiversación. A medida que expone sus pensamientos y obsesiones se siente acuciado por la ineludible pregunta: ¿será él o yo quien se expresa? Su vocación de amanuense le ha llevado a asumir la paternidad de la copia e, insidiosamente, confundirse con el autor: las elucubraciones científicogrotescas sobre la humanidad futura, ¿son obra de su musa o de ese escritor huraño y a todas luces antipático que las divulgó en El País