me noches en Pardo, cuando se preguntaba si el rumor que oía era del viento o de un malón de indios. A ratos Arturo olvidó su pena. Lo cierto es que el viaje se hizo corto. A las ocho y media bajaron en la estación Pardo. --Seguro que Basilio vino con el break --dijo--. ¿Te llevo? --No, hombre --contestó Arruti--. Vivo demasiado cerca. Eso sí: una tarde caigo de visita en la